jueves, 19 de julio de 2007

Esa estafa llamada conseguir empleo. (Parte 1)

La historia comienza así. Una señorita, de unos 30 años aproximadamente salió disparada de la entrada de la oficina. Yo ya me encontraba afuera, seguro de que todos los temores eran ciertos.
- Disculpa – le pregunté – ¿Es ventas, no?
- Claro que es ventas, no me lo ha querido decir, pero se nota al toque. Como lo hacen perder el tiempo a uno.
Es verdad; lo que anunciaron no era ventas, era ayudar a la comunidad. Pero cuando vi sus ternos impecables, sus pines marcados sobre el saco, con códigos que sólo ellos entienden, y ese señor que tenia uno bien grande, como para que mi abuelita con sus multifocales leyera, “Siéntese como en Casa” sabía a donde iba todo.
El anuncio decía textual: “Compañía americana solicita personal para trabajo inmediato ayudando a la comunidad.” Incluso decía que iban a ganar $500 por 4 horas, o $1000 por tiempo completo.
Claro y yo todo zonzo fui, pensando que era algo diferente. Pero a penas los vi me di cuenta que esta historia ya me la contaron. Ni bien llegué afuera había gente bien enternada, seguro fans de Chopra o Cohelo, gente en jeans, y personas con cara de recién haber salido de la oficina. Primera confirmación: Escuché aplausos adentro, típico de esas empresas a donde lo hacen bailar y a decir que buenos empleados somos. Luego las sillas dispuestas en círculo, con gente aún mejor vestida adentro. Ahí comenzó la debacle. Escuche a la señora discutir con uno de los empleados, que incluso respondió a mala gana: “¿Acaso alguien la invito, señora?”. Safé cuerpo antes que nadie pudiera notarlo.
Lo demás lo conozco. Charlas altruistas, llenas de optimismo que funcionaría en otra parte, pero en una ciudad fría y gris como Lima, como que esta fuera de cuadro. Luego hablarían sobre el éxito, sobre que para conseguir la felicidad se necesita dinero. Y luego dirían cuando la gente esté metida en todo el rollo, que efectivamente se trata de ventas, pero que vamos a vender algo que ayude a la comunidad. Si me querían hacer esperar 45 minutos para decirme que era eso, estaban con la persona equivocada.
Pero aún no termina todo. Luego, muy fiel a un estilo que se ha adueñado de estos negocios, contarían suelto de huesos que se gana en comisión, que no hay sueldo básico hasta que se venda un determinado número de productos. Y si eres improductivo, chau. Si después no puedes mantener tu ritmo, chau. Y lo único que te van a dar son 2 reuniones al día, en donde se canta, se baila y se dan charlas de cómo mejorar el discurso de venta (otra de las grandes estafas de los últimos años) y como ser un empleado más feliz, un teléfono donde llamar a la gente que uno conoce, porque cartera no tienen, no les sirve. Sobre las 8 horas, nada. Sobre beneficios, nada. Sobre estabilidad, absolutamente nada.
Así como esto hay decenas de anuncios en el periódico cada semana, se reparten volantes en la calle como panfletos anti-gubernistas, todos con el mismo corte, todos con el mismo discurso repetido y reciclado: Altos ingresos (comisiones), mentalidad empresarial (véndele hasta a tu perro), emprendedores (que quieran trabajar 16 horas al día), excelente presentación personal (no queremos feos en ventas), excelente ambiente de trabajo (si estás descontento te botamos), con o sin título (queremos gente dispuesta a todo), entre los 20 y los 30 años (sólo los jóvenes nos creen) y la popular “capacitación permanente” (Charlas y más charlas sobre como vender mejor).
Me pregunto a quién diablos quieren engañar. Conmigo no es la cosa. Por qué no poner que se busca vendedores, así la gente no se hace ilusiones con un trabajo diferente. Por qué insisten hasta el final, arañando al filo del acantilado, que el éxito está con ellos. Entiendo que hay gente que le gusta las ventas, y que se siente cómodo haciéndolo, pero no es mejor estar detrás de un mostrador, y venderle a la gente que si le interesa lo que hay ahí. Por qué salir a la intemperie, con un saco, una corbata, un maletín lleno de propaganda y una sonrisa que no va a calentar Lima, ciertamente. Ahora sí, ¿Por qué arriesgarse a terminar como Willy Loham?

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