martes, 9 de octubre de 2007

Cualquier parecido con la realidad, es pura coincidencia.


En el último capítulo de esta saga medieval, justo antes de la introducción al campo de batalla de las bayonetas y los mosquetes, de las tácticas renacentistas, un fiero Barón, apellidado Woodsman, cargado de un ejército de burócratas y cronistas, acampa afuera de un mítico bastión, altamente guarnecido, llamado coloquialmente La Videna.

Aquí, en este castillo rodeado de caminos llenos de trampas y altos muros con sus respectivos centinelas, yace otro Barón, el excelentísimo Manuel de la Burga y Zurich, que se rehúsa a abandonar la estratégica posición del lugar. El Barón Woodsman le da dos noches a Burga, para que entregue posesión directa del lugar, amparado en la confianza del Rey Sol, Alan II, que ha decidido poner orden en sus tierras. Junto con Woodsman ha llegado también el Visir Maurece Claude de Mulder y Bedoya, que bajo órdenes directas del Rey, ha ofrecido su mediación en este entremés.

De la Burga y Zurich clama que bajo los estatutos impuesto en la carta magna, siguiendo además las órdenes de los tratados que el reino ha firmado con otros estados-nación, convocó a una gran asamblea de estados generales, en donde recibió la confianza plena de los Duques locales, que a pesar de reinar despóticamente en sus dominios, han superado en simple número a las hueste locales, ricas en moneda corriente, pero carente de ejércitos capaces de tomar acción.

A pesar que el pueblo sufre hambre, y el populorum está preocupado por las predicciones de más desastres naturales y grupos de bandidos que realizan emboscadas en los caminos y los sitios oscuros de las ciudades, muestran su rechazo directo a este lío de aristócratas. Así como existe preocupación que la guarnición que cuida a un ya famoso reo, anteriormente Lord Protector del reino en nombre del Imperio del Japón, quede disminuida y un grupo de todavía leales sirvientes garanticen su fuga a tierras lejanas, antes de guardar juicio por crímenes contra el reino.

Entretanto, un grupo de malabaristas se encuentra secuestrado en La Videna, a la espera de que este pleito termine de una vez, ya que tienen que enfrentar a su similar del Reino del Chaco, y según palabras de su representante Pizarro, no pueden pasar por el barbero a ponerse a punto para la contienda.

Mientras tanto, la atención se ha desviado del hecho que llegan noticias de la sierra, en donde las condiciones en las minas de metales preciosos siguen siendo esclavizantes, y que todavía existen ciudades en escombros, un viejo visir sea expulsado al destierro por el Parlamento debido a su incompetencia en la contratación de nuevos mercenarios y la extraña posibilidad de que una quinta columna del Imperio Bolivariano asiente sus bases en las zonas en donde el Rey Sol no mira. También hay tétricas historias sobre el antiguo Delfín, Palantir Johnny Walker, en las cuales hablan de noches de brujería, sacrificio de vírgenes y exceso de fermentado, pero nadie cree tales cuentos.

Todavía se espera la intervención de la Santa Iglesia y su Inquisición, que actualmente está más preocupada en perseguir a unos jóvenes herejes que han descubierto la forma de pecar con ciertas prendas elásticas.

Otro día, en el mismo lugar, seguiremos con estas crónicas medievales.

1 comentario:

Elmo dijo...

Qué ironía; más fácil es creer la actualidad como ficción que como actualidad.