martes, 11 de setiembre de 2007

El Dolor de Cabeza llamado Literatura.




Entre tanta cosa que pasa allá afuera, y originalmente siento este un blog de noticias, me he estado mirando mucho al ombligo. Siendo sincero, estoy tratando de volver ala programación habitual, esa que está llena de Britneys, Tulas y tías Marthas.

Pero ahora es bueno que comparta con ustedes, mis ávidos lectores, algunos apuntes que he recogido de mi existencia.

Como sabrán, a mí me gusta escribir ficción. Escribo poesía casi frenéticamente, a un ritmo sólo envidiable a Sylvia Plath en sus últimos días, además de adentrarme en hacer narrativa, ya sea cuento o novela.

Tengo un volumen de poemas terminado, y otro en plena ejecución, y si bien avanzo rápidamente, incluso a una velocidad que me atemoriza, he recibido el buen consejo de mirar atrás y darle una revisada a los poemas que conforman mi primer conjunto de versos.

Si bien el título de la obra en cuestión está en disputa (por ahora), también la obra tiene ciertos errores conceptuales que debo corregir antes que el texto vea la luz del día (y los ojos de la gente). Una de las cosas que he notado a la hora de revisar el texto, es la dificultad que tengo para mover las piezas de manera correcta a mi gusto o hacer modificaciones, por más pequeñas que sean. La sensación que tuve anoche fue la de tener que ser un medico cirujano para poder darle un corte correcto a un trozo de carne en el almuerzo. Esto, sumado al hecho que estos poemas conllevan mucha carga emocional para mí, hace de su edición y ordenamiento un dolor de cabeza que me está dejando prácticamente demente.

Mario Vargas Llosa, archiconocido y laureado autor nacional al cual (como todo el mundo sabe) no considero una vaca sagrada, dijo alguna vez que el verdadero valor de un escritor se mide no en sus ideas y bosquejos iniciales, sino en el trabajo minucioso y concienzudo de rescribir cada línea originalmente planteada. En este caso, tengo que estar completamente de acuerdo con él, en especial cuando yo tengo un severo problema de querer la perfección y redondez absoluta en una obra escrita (esto también se aplica a los posts de este blog, que escribo y corrijo de antemano).

Yo, en estos momentos, no me puedo considerar un escritor, por dos razones principales. La primera es de orden práctico, bajo la premisa de que nunca he publicado absolutamente nada, ni siquiera los poemas que ganaron una mención honrosa en los Juegos Florales de la FEPUC el 2002 (que componen la primera parte del poemario arriba mencionado). La segunda va por lo dicho por MVLL, en la cual todavía falta cuajar esa parte en mí, la que ve, agrega, borra sin ninguna objeción y sabe que puede sacarle el jugo a un texto virgen.

Entonces, como se está volviendo costumbre, termino esto con varias preguntas que nadie va a responder (Las entradas más densas tiene cero cometarios hasta hoy). ¿Es verdad qué corregir es tan difícil? ¿Cómo uno le puede tener cariño a algo que es, por cierto, inocente y puro, pero que luego de ser arreglado puede salir una maravilla? ¿Es acaso una extensión literaria del “malo conocido a bueno por conocer”?

Si alguien tiene esas respuestas, por favor, no dude en compartirlas. Y por enésima vez iba a poner “de regreso a su programación regular”, pero a estas alturas del partido, no tiene sentido alguno.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Es difícil porque el “corrector” no puede olvidar que habrá alguien que escriba mejor que él y se estará fijando de sus errores. Aunque a ti te sea fácil. Y es lógico que le tengas cariño a lo que escribes, porque real o ficticio siempre va algo de ti. Bueno me gustaría leer el poemario.

Saludos.

G. Muñoz

Polietileno dijo...

Siempre hay alguien que escribe mejor que uno, esté vivo o muerto. Eso lo saben hasta los mejores. El poemario saldrá pronto, a penas termine la edición y la correción y junte el dinero para publicarlo.