lunes, 24 de setiembre de 2007

Símbolos


Ferdinand de Saussure, renombrado lingüista, hace casi un siglo propuso una forma de analizar el lenguaje utilizado los elementos que lo conformaban. Algo así como una especie de teoría atómica de la lengua, dividió todo hasta dejarlo en el mundo de los símbolos, elementos que componen toda función fonética. Estos símbolos estaban divididos a su vez en significado –valor que tiene dentro del lenguaje- y significante –asignación fonética del símbolo- como elementos constituyentes.

A través de los años, esta teoría y su respectivo modelo estructuralista fue la base del análisis no sólo en ligüística, sino también en otras áreas, hasta que vino Chomsky y bueno, el resto es historia conocida. Si estos momentos está tan perdido como yo en mis clases de Teoría General de Lenguaje, no se preocupe, que todo esto tiene un propósito bien claro.

No hay que ser un genio para entender y notar que este mundo está construido de símbolos de diverso significado y calibre, y que estos a su vez forman unidades de significado aún más grandes y complejas. La historia nos demuestra que a lo largo de ella, los símbolos han tenido un papel importantísimo en la concepción humana. Podemos tomar como ejemplo la religión, que desde siempre ha tenido símbolos que significan algo concreto. La Biblia, en especial el Antiguo Testamento está plagado de ellos, al punto que cuando los judíos fueron expulsados a Babilonia, estos tuvieron que ser analizados y codificados para su uso práctico como leyes. Así nació el Talmud, el libro de leyes judías.

Las demás religiones no están exentas de dichos propósitos, al punto que uno puede relacionar a cada una con un símbolo visual particular: La cruz, la media luna, la rueda de la vida, el yin-yan. Aún más sí por ejemplo, notamos que los alfabetos son en realidad adaptaciones de los símbolos de los objetos más usados; así nacieron el fenicio y el hebreo, bases para lo que fue los diferentes alfabetos occidentales.

Los símbolos siempre han tenido predominancia en el resto de la historia, al punto de ser clave en la construcción de un imperio, una ideología o una simple teoría matemática. Llegamos al punto en que desarrollamos conceptos complejos en base a una sola palabra. Por ejemplo, si pensamos en el Rey Arturo, tenemos el concepto de “héroe”. Así mismo, si pensamos en “espadas” pensamos en guerra o si tenemos al Nilo pensamos en la Civilización Egipcia. El cambió se dio en el Siglo XX, en donde el desarrollo de los medios masivos, en especial los visuales, repotenciaron el valor conceptual del símbolo. Una foto, una figura, una expresión pasaron a ser símbolos de regímenes, ideologías y culturas. Esta idea fue reforzándose con los estudios semióticos y las diferentes teorías dialécticas, que buscaban analizar los distintos elementos dentro de un contexto cultural específico.

Si bien a lo largo de los siglos, los grandes imperios construyeron grandes obras para exponer su poder, fue posible en ese siglo llevarlo a niveles nunca antes visto. Autócratas como Hitler o Stalin lo tenían bien claro, y construyeron monumentos y mausoleos para extender el poderío de la imagen. Países como Francia y Estados Unidos tenían como símbolos monumentos que a su vez significaban otras ideas más complejas: La Torre Eiffel y la Estatua de la Libertad. Con la misma facilidad con la cual estos se rigen sobre el imaginario de la gente, esto representa su talón de Aquiles: Una muestra muy simple fue la idea que tenía Hitler de destruir la Torre Eiffel para demostrar a los franceses la fragilidad de su patria y la ocupación que llegó a parecer eterna.

El Ojo que Llora no sólo es un símbolo en sí mismo, sino también su vandalismo representa algo per se. Cuando escuché la noticia, mi mente inmediatamente saltó unos años atrás, cuando los americanos destruyeron la figura de Saddam Hussein en Bagdad y crearon un metasímbolo de ese momento. Pero como los símbolos son conscriptos a la sociedad en la que representa, la jugada salió mal, y más que representar el fin de una tiranía, representó el inicio de una dolorosa ocupación.
Se puede entender y reconstruir lo ocurrido ayer en Jesús María de una manera única, si vemos el contexto en el cual ocurre y los elementos mismos del asunto. El Ojo que Llora representaba el fin de la lucha interna, el recuerdo del dolor que desangró al Perú por más de 20 años. Representa a la Comisión de la Verdad, justa para muchos, incómoda para otros, la cual contiene todos los casos, algunos emblemáticos, de este período. Dos de ellos son la Cantuta y Barrios altos, que justamente son parte de las acusaciones que pesan sobre Fujimori. Entonces si El Ojo que Llora representa los derechos humanos, tan negados en el fujimorato, su destrucción tiene un significado claro. Si bien muchos grupos se quejaron de su presencia, y pidieron su cierre, más no su desmantelación, este trabajo es de ultras. Esto es otro significado; hay gente dispuesta a todo en venganza. La pintura naranja me da otro elemento más subjetivo; el color del partido de Fujimori, cuyos seguidores son los suficientemente abusivos para tomar Palacio de Justicia, hacer desmanes afuera del Aeropuerto e incluso llegar a esto. Pero antes de señalar con el dedo a alguien (un poco irresponsable de mi parte, debido a la falta de pruebas) hay que pensar en que el conjunto tiene pues, otra lectura: Hay gente que quiere dar la noción de que hay instabilidad, y como tratan de argumentar La Razón (Hola otra vez, ¿Me siguen leyendo?) y el Cardenal Cipriani, que este país está dividido, sangrante y enfrentado. Si bien uno se da cuenta claramente de que esto es falaz, atacar los símbolos es una buena forma de atraer la atención de la gente y esconder un símbolo más obvio: Que el jefe de la mafia, Fujimori, se encuentra en prisión, esperando juicios que lo pueden llevar a pasar hasta treinta años en la cárcel. Y esto tiene un significado claro: Que no debe haber impunidad ni amnistía a personas que le han hecho tanto daño al colectivo. Si esto no se entiende, entonces es mejor que vuelvan al primer párrafo de esta entrada.

Yo, simplemente, a los símbolos me remito.

3 comentarios:

Laura Arroyo Gárate dijo...

Como bien dices los símbolos tienen la cualidad de representar mucho más que lo evidente. Son una conjunción de significados que encuentran sentido en contextos determinados y, poniéndome relativista, también sujetos a subjetividades.
Me encantó que explicaras a Saussure, fuera de un blog de linguística no lo había visto y jamás lo hubiera creído. Me he sentido como en casa...bueno, nunca tanto.

Buen post.

Anónimo dijo...

Hans;

Excelente exposición del asunto.

El ojo que llora ¿No es también un monumento a la reconciliación? Es decir a un perdón del uno al otro porque al final ambos quedamos sin nuestros seres queridos, por lo tanto hay algo que nos une ese dolor irreparable y que este ojo simboliza.

Saludos

Polietileno dijo...

El Ojo que llora, como todo buen símbolo, representa muchas cosas, entre ellas la reconciliación. Si bien hay personas que se sienten incómodas por el asunto -mas que nada por la inclusión de los nombres de algunas víctimas de Castro-Castro- nadie se imaginó tremenda barbarie. Lo único que hicieron fue dar un valor agregado, ahora gente que no sabía que era ese monumento lo sabe, y representa otras cosas: Intolerancia, desesperación.